Ahora resulta que llevamos casi nueve años cogiendo dos autobuses para lo que antes teníamos al lado de casa, amén del desperdicio de estas instalaciones y el lógico deterioro del edificio por su estado de desuso, y todo eso resulta estar basado en afirmaciones y decisiones sin fundamento.
Desde 2003, año del “tamayazo” de la señora Aguirre, han pasado por la Consejería de Sanidad de Madrid seis individuos que no se han caracterizado por la defensa de la Sanidad Pública, sino todo lo contrario. En particular los Lamela, Güemes y Lasketty (vaya trío); Javier Rodríguez fue cesado por su mala e insultante gestión del ébola y Javier Maldonado aguantó unos meses hasta las elecciones autonómicas de 2015; el actual Jesús Sánchez Martos no sabemos lo que hará.
Lo cierto es que en 9 años nadie ha visto un informe técnico que justificase la “enfermedad estructural” del ambulatorio de El Val, cerrado a cal y canto desde junio de 2007. Lo que nos decían es que tenia “aluminosis” y todos, Ayuntamiento, oposición, Juntas de Distrito, medios de comunicación hablados y escritos, ciudadanos en general... ¿les creímos?
En todo caso, si el mal hubiera sido cierto, habría que haberlo derruido y construido otro en su lugar. Así se exigió en numerosas ocasiones: el 29 de enero de 2011, en una concentración en las puertas del edificio cerrado; en el Ayuntamiento se aprobó en noviembre 2011 por unanimidad de todos los Grupos Municipales; en el Pleno de la Junta Municipal Distrito V se aprobó una moción de esta AVV en el mismo sentido (28 noviembre 2013); y por último otro Pleno del Ayuntamiento lo aprobó también por unanimidad el 17 marzo 2015, punto 21.
Qué ilusos. Entonces Sanidad no tenia presupuesto (iba todo a las privadas) y el viejo edificio había pasado en abril de 2012 a manos de la Tesorería General de la Seguridad Social (según Ana de Juan, concejal del PP). ¡Qué fatalidad! Y nosotros, pobres pacientes, instando a la Comunidad de Madrid por todos lados. ¡Si es que no nos enteramos!
Lo que sí sabemos es el foco de inseguridad, suciedad, vandalismo (hubo un incendio en un cuarto exterior) e intranquilidad que ha generado en el barrio tan inútil cierre a pesar de estar protegido por SEGUR IBÉRICA (eso dice una placa exterior). Confiamos en que las gestiones emprendidas por los nuevos concejales determinen el estado del edificio, exijan las responsabilidades políticas y administrativas convenientes y pueda volver a abrirse como segundo centro de especialidades para la ciudad.
Y LA AMPLIACIÓN DEL BUS L-8 ¿QUÉ?
Viene como consecuencia del cierre del ambulatorio de EL VAL y tener que ir al nuevo centro de Francisco Díaz, en El Ensanche (que, por cierto, nos costó el doble de lo presupuestado). Se recogieron más de 5.000 firmas pidiendo la ampliación de dos paradas hasta el nuevo centro y evitar coger dos autobuses. También se instó su implantación al Consorcio Regional de Transporte en varios Plenos de Ayuntamiento y de Distrito V, pero nada de nada: tampoco había dinero para esta necesidad de justicia social y medioambiental. El anterior Gobierno local siempre nos daba largas y hasta nos engañaron: “Casi está conseguido”, nos decían. Hasta llegó a aprobarse un billete único para facilitar coger los dos autobuses pagando solo uno, pero claro, no se ejecutó. Entonces no sabíamos que Alcalá adeudaba al Consorcio más de 14 millones de euros. Luego vino lo de la Mesa de la Movilidad, el bus circular, la privatización de un estudio de movilidad porque el Ayuntamiento no tenía técnicos para hacerlo, etc., etc.
Y en esas estamos en la ciudad del Patrimonio en el año 2016, la más atrasada en infraestructuras de cuantas conforman el conjunto de ciudades Patrimonio del país.
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